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Carta abierta a la hermana que perdí.

 

Sabrás que estos son los párrafos más dolorosos para escribir; algo le pasa al teclado que se vuelve salino y se me nublan los párpados. Mientras mi vida parece seguir, todavía hay momentos en que la realidad me golpea, porque ya no eres parte de ella físicamente. No te miento si te digo que siento que se me sale el corazón, pero lo hago porque imagino que te gustaría saber que me prohíbo olvidarte. Además, me lo piden tus fotos y el recuerdo de los tiempos felices, de los sandwiches de champiñones que me llevabas al puerto, y de el helado de limon y las papas a la francesa que nos comíamos entre risas y los últimos chismes de la familia. El eterno trio, Ari, Linda y Yuri por el mundo (o solamente Coyoacán) buscando el fondue de chocolate. Y aunque no puedo parar de llorar, escribo estos párrafos como un oportuno acicate y condolencia; abrazo a todos tus amigos y nuestra familia que precisan consuelo y deseo que hoy mismo recordemos tus bromas y tu risa, para mantenerte con nosotros para siempre.

Arisai Orizaba Nieto, hija de una formidable familia, no escribiré el obituario con la fecha exacta de el día que naciste, ni de los años en que te ganaste el nombre de pirinola, por tu energía, por la alegría que siempre nos diste, como bella es la belleza que perdura: aquí no se ha ido nadie. Tampoco intentaré explicar que contagiabas la fe en la amistad a primera vista, porque hay quien no cree en el amor a primera vista y por lo mismo, no hablaré la larga lista de tus hermanos por elección, esa genética del afecto que transpirabas, ni la bibliografía precisa. Sin embargo, es importante que la gente sepa que nos fuiste arrebatada de una manera absurda, bajo la manta de un país en el que la vida de la mujer ha perdido valor, pero eso necesita cambiar y tu eres semilla de cambio.

Que tu vida sea fruto y enseñanza. A pesar de que no puedo verte, se que vas caminando conmigo en este sendero, porque te oigo en nuestras canciones, puedo sentirte conmigo en los días que brillan…

Ari, quiero celebrar tu vida y el amor que nos diste como hermana, que al final de cuentas, es lo único que conservo de ti. Quiero aplaudir tus chanzas y recordar tu cariño. Te dije que algo le pasa a la tinta y que no puedo dejar de llorar. Se me sale el corazón por el pecho partido, pero parece que ahora lo entiendo todo: parece que no te has ido, porque tu eternidad comienza. Tu enseñanza se ensancha y empieza a llegar a rincones que yo jamas soñé.

Este juego de La Vida es eterno. Y como bien decía Rabindranath Tagore: "En el amor no hay adioses, sino eternas bienvenidas"

Gracias

Te quiere, Piano

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